La mina de Doade extraerá 17 millones de toneladas de litio a lo largo de 42 años

EXPLOTACIÓN SUBTERRÁNEA

El proyecto minero de RMG ha cambiado de una explotación a cielo abierto a una subterránea, utilizando la técnica de “corte y relleno” para extraer pegmatita rica en litio, con un ritmo de 500.000 toneladas anuales, y contempla la construcción de una planta de tratamiento de aguas y una balsa de concentración, con medidas para reducir el impacto ambiental.

Distribución de las instalaciones en el proyecto minero de Doade.
Distribución de las instalaciones en el proyecto minero de Doade. | RMG

El pasado 30 de abril, Recursos Minerales de Galicia (RMG), empresa perteneciente al grupo Samca y que ejecutará el proyecto de la mina de Doade, ponía a disposición del público el análisis de impacto ambiental y un resumen no técnico de la futura explotación, ofreciendo además a quien lo deseara los 8.500 folios que abarca el proyecto minero en su totalidad.

De acuerdo con los datos facilitados por la empresa, todo el proyecto parte de un permiso de investigación (donde una compañía sondea terrenos en busca de posibles yacimientos) que una empresa extranjera realizó en una zona denominada Alberta I, y que en un primer momento se extendía por 60 cuadrículas mineras (unas 1.680 hectáreas). RMG adquirió los derechos de explotación, y preparó un primer proyecto minero, que fue rechazado en 2018.

Esa primera explotación minera iba a ser a cielo abierto, durante 30 años y la inversión prevista rondaba los 33 millones de euros. El rechazo venía de las objeciones presentadas por la Confederación Hidrográfica Miño-Sil, quien señalaba una serie de afectaciones a los cursos de agua y acuíferos presentes en los terrenos. En 2019, la Xunta de Galicia confirmó el rechazo para ese proyecto, conocido entonces como Coto Tocayo.

El segundo intento

La negativa de las administraciones obligó a RMG a replantear el proyecto, optando entonces por una explotación a más largo plazo (42 años frente a los 30 originales) y en el que las inversiones se multiplicarían por cuatro, suponiendo un total de 125 millones de euros.

La nueva explotación, cuyo permiso fue solicitado el pasado 17 de enero, y que prevé empezar sus obras a comienzos del año que viene, se ha reducido a 17 cuadrículas mineras (476 hectáreas), y se articulará en torno a galerías subterráneas, en lugar de una mina a cielo abierto.

Para obtener este segundo permiso —la declaración de proyecto estratégico le permite condiciones especiales de tramitación y financiación— han reformado el diseño de la mina “para asegurar la no afección de las aguas”, según recoge la documentación. Los principales puntos de cambio son la renuncia a captaciones adicionales, la construcción de una balsa de decantación y la instalación de una planta de tratamiento de aguas. Vendrá acompañada por otros ajustes “para asegurar la compatibilidad de la explotación con la presencia de aguas subterráneas”, junto con un plan para “evitar efectos adversos en las captaciones de agua locales”, insiste el documento de RMG.

Implicación local

Otro de los caballos de batalla que ha afrontado la empresa para instalarse en los concellos ourensanos de Beariz y Avión, además de una parte del concello pontevedrés de A Lama, es formar una mesa de diálogo con los actores locales. Sus promotores afirman que “puede generar oportunidades laborales —la estimación es de 100 empleos directos y 220 indirectos— atrayendo y asentando población en la zona”. Señalan que la llegada de la explotación “puede mejorar el bienestar social y la calidad de vida”.

Rellenar las galerías según se va acabando el mineral en ellas

El principal cambio que ha vivido el proyecto minero está relacionado con la forma de explotación. El mineral a explotar es la pegmatita, una roca con alto contenido en litio, de la que RMG calcula que hay 17 millones de toneladas bajo el suelo de Beariz, que pretende extraer a un ritmo de 500.000 al año.

Si en un primer momento se pensaba en hacerlo con una explotación a cielo abierto, el nuevo proyecto se articula en torno a la excavación subterránea de galerías. La técnica empleada sería la de “corte y relleno”, donde se extrae la pegmatita del subsuelo y se lleva a la superficie para procesarla. Los residuos restantes de la extracción del litio (denominados “colas de proceso”) se emplearían después para rellenar esos huecos de extracción como parte de una mezcla de cemento y molienda de roca triturada. Con este plan “se prevé reducir el impacto en superficie”, explican los promotores de la explotación, que también reconocen que “se empleará parte de los residuos inertes para construir dos plataformas donde se ubicarán las instalaciones de la mina y la planta de concentración”.

La otra gran infraestructura del proyecto minero es “la construcción de una planta de tratamiento de aguas y una balsa de concentración”. Para la conducción de las aguas subterráneas “está proyectada una red de control piezométrico -un sistema de medición y seguimiento del nivel de agua subterránea en un acuífero para monitorizar su evolución-”.

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